Pétalos dormidos
Parte VIII

Jaume Vaquer Sánchez
Caminaron mientras ella, de espaldas, iba quitándole la camisa y desabrochándole los pantalones. Cuando se tumbaron en la cama ella le quitó la ropa y lo apretó contra su cuerpo sintiendo su calor, su deseo, su dureza…
Dejó que él le quitara la falda y la desnudara por completo, y sus dos cuerpos, a la cálida luz amarillenta y tintineante de las velas, se fundieron y se entrelazaron mientras ella lo guió hacia su interior.
Necesitaba sentirlo en su interior, y cuando sintió sus dos sexos entrando en contacto, sintió una necesidad abrumadora de empujarlo con fuerza hacia ella.
Con una de sus manos en su nalga, lo empujó para sentir cómo su miembro entraba abriéndola lentamente, llenándola por dentro.
Sentía cómo los pétalos de la cama iban impregnándolos de un dulce aroma que se mezclaba con el perfume de su deseo en una danza tranquila y sensual. Y en cada acalorado espasmo, se sentía tan excitada por todas las sensaciones de la noche, especialmente por cómo la hizo esperar y se deleitó en los preparativos, que no pudo contener un intenso orgasmo que la recorrió desde su sexo como una explosión de placer en todas direcciones, mientras lo apretaba más y más hacia su interior…
Justo cuando sus sensaciones ya remitían, y mientras intentaba recobrar su aliento, sintió cómo él se ponía todavía más duro, y cómo acababa dentro de ella, fundiéndose sus dos deseos en el más dulce, cálido y apasionado sexo del que jamás había disfrutado.
Lo abrazó con fuerza y después de uno de los innumerables besos más tranquilos que se dieron entrelazados, se quedaron dormidos entre los pétalos, a la tenue luz de las velas que los observaban mecerse en un tranquilo sueño…sueño de pétalos dormidos.