Pétalos dormidos
Parte IV

Jaume Vaquer Sánchez
Él iba apretándose contra su vientre a cada beso, y posando su mano en éste, la guió para girar sobre sí misma.
Apretó su cuerpo contra sus glúteos al mismo tiempo que le recorrió el cuello con un dedo hasta llegar a la zona donde este se une al torso.
Ella notaba cómo todo su deseo iba saliendo de su cuerpo por las zonas con las que él entraba en contacto, y se descubrió moviendo las caderas en círculos, buscando su deseo.
Todas esas sensaciones se agolpaban en sus adentros, acrecentados por la ceguera con la que todavía la iba dominando.
Sin dejar de acariciarle suavemente el cuello y la barbilla, empezó a desabrochar su blusa desde atrás. Su brazo presionaba su pecho izquierdo mientras ella iba sintiendo espasmos a cada botón desabrochado, como si liberara la tensión acumulada en cada botón. Notaba cómo el calor de su cuerpo iba respirando poco a poco por las zonas de su torso que poco a poco iban quedando al descubierto.
Uno, dos… las costuras de su sujetador quedaron visibles con la camisa entreabierta, y él la apartó un poco para empezar a reseguir las líneas de la carne de sus pechos, allí donde se juntaban con la copa.
Sentían cómo su deseo iba haciendo acto de presencia. Él, cada vez más vigoroso desde atrás, y ella con una calidez y movimientos de cadera cada vez más intensos.
Siguió desabrochando su camisa, y ella no pudo evitar alargar su mano derecha hacia atrás, justo donde sus nalgas entraban en contacto con el cuerpo de su amante…Sintió su dureza, su deseo, y al sentirlo, notó cómo la humedad empezaba a hacer acto de presencia entre sus propios muslos…