Poema Las cortinas que nos miran
“Abundan ya
las risas de mi alma en vida,
son quedas todavía,
saliendo poco a poco
de las sombras mías,
estancias que despiertan con cautela
en una mañana que deja respirar la casa,
con atuendos de cortinas que ondean
a base de susurros que mienten despacio,
como quien dice verdades a partes, a medias…
Las luces de un día despuntado ya,
van entrando por los suelos,
arrastrando sus caricias,
se encaraman a las paredes
como niños en juego,
lanzándose de nuevo al piso
por efecto de las sombras de cortina,
que son como las madres:
premonitorias, casi brujas,
adivinando los llantos
y las penas efímeras;
Me siento en una silla
que sólo mira,
me mezco mientras observo
el despertar tranquilo, casi estoico,
de la casa muda,
de la casa que, por callar,
calla hasta las memorias antiguas,
extraña vieja tímida,
como la silla que crepita…
De una estancia surge tu figura,
sale medio desnuda,
de camino a tomar su ducha,
me observa todavía dormida,
y de entre las luces centellea tu sonrisa,
tus ojos de musa onírica,
acercas tus gruñidos dulces de lechuza,
las líneas soñolientas de tu cuello
para que yo te lo bese,
de esa forma nuestra, la matutina…
Pacífica, te deleitas en estas
primeras sonrisas de la mañana
que bosteza,
y sin saber cómo,
te vas dejando caer en un abrazo
que acaba en la misma silla,
sobre mis piernas,
dos almas nuevas, despiertas,
tentando a la vieja tímida…
Abrazados, comentando del día sus bellezas,
de la noche, sus cadencias…
Despertamos al rato,
de nuevo entre las sábanas todavía tibias,
nuestras bocas intercambian brisas,
y me descubro
compartiendo contigo este día,
esta mañana que despierta
aireando la casa sombría,
sonriendo a cada ondulante gracia
de las cortinas que nos miran…”
Poema Las cortinas que nos miran, por Jaume Vaquer Sánchez
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